Luis Ursúa, secretario general de CETRAA. |
De tanto hablar de las TIC’s vamos a terminar con un tic. ¿Qué
son las nuevas tecnologías? ¿Qué es eso de la I + D + i?
Lo cierto es que las nuevas tecnologías SIEMPRE han estado ahí. Es
decir, cuando se inventó el vehículo, “eso” ya era la
aplicación de las nuevas tecnologías. Cuando Henry FORD inventó la
cadena de montaje, “eso” ya eran nuevas tecnologías, y cuando se
inventó la máquina de vapor o el telar “eso” ya eran nuevas
tecnologías. Así que las “NUEVAS” tecnologías son tan VIEJAS
como la vida misma.
Lo único nuevo es que la velocidad de implementación que nos
proporciona Internet y la electrónica hace que la evolución de las
tecnologías sea, a veces, difícil de digerir. Y aquí está el
meollo. Tenemos excesos de información por todas partes y lo que
nuestros clientes no quieren son excesos de información sino
RESULTADOS concretos, rápidos, buenos y fiables. Y es aquí donde
las supuestas nuevas tecnologías ayudan o pueden ayudar al taller. Y
dejamos claro desde ahora que las nuevas tecnologías no son nuevas
sino las más modernas, eficaces y eficientes, que no es lo mismo.
Investigación, Desarrollo e Innovación. Esto es lo que significa la
dichosa inecuación I + D + i, y digo inecuación porque nunca
termina en un igual a. Vamos, que nos falta el segundo término de la
ecuación para que podamos obtener resultados concretos. Y de tanto
hablar del bálsamo de Fierabrás lo hemos vaciado de contenido.
Investigación, Desarrollo e Innovación han existido SIEMPRE, así
que no pensemos que hemos descubierto el Mediterráneo. Pero, en fin,
está bien que apliquemos “nuevas” tecnologías que nos ayuden en
nuestro quehacer diario. Por ejemplo ¿qué haría yo ahora
escribiendo con una “moderna” máquina de escribir, en lugar de
con el confortable y encantador ordenador personal?
Hace unos años enviábamos una carta, esperábamos respuesta y, en
función de la misma, tomábamos las medidas oportunas. La cuestión
ahora es que la inmediatez y la dichosa “globalización” hacen
que las decisiones las tengamos que tomar a salto de mata, muchas
veces sin planificar la respuesta y, en demasiadas ocasiones, con
precipitación absoluta. El caso es nos hemos vuelto “inmediatistas”.
Todo lo queremos para ya. Y el cliente no es una excepción.
Es aquí donde hemos de deslindar qué es eso de las nuevas
tecnologías aplicadas al taller, que es lo que se me pregunta y cómo
las mismas pueden ser un apoyo y no una carga para el sufrido
titular. Pues bien, la respuesta, como no puede ser de otra manera es
que las nuevas tecnologías, por ejemplo, la localización de piezas
o referencias de las mismas, en la nube, que no es estar en la luna,
sino en Internet, pueden suponer un significativo ahorro de tiempo si
la referencia está bien marcada, si los baremos de tiempos de
reparación son conocidos y bien aplicados, si las piezas y las
operaciones de mantenimiento están debidamente catalogadas,
despiezadas y si, además, las podemos ver en tres dimensiones, mejor
que mejor. Todo esto ayuda al taller a responder con rapidez y
eficacia a las demandas del cliente.
Pongamos otro ejemplo, últimamente me pasa a menudo. No veo una
columna a mi espalda y ¡zas! me cargo el piloto trasero. La columna
lleva quince años en el garaje pero es igual. El coche lleva cámara
de visión trasera, un estridente pitidito que te indica que te
acercas al fatídico punto de impacto. Pero sigue siendo igual. El
menda, ¡a saber en qué estaba pensando!, se estampa contra la
inamovible columna. Obviamente se rompe el piloto y se raya el
paragolpes trasero (que no sé yo para que se llaman paragolpes,
porque parar el golpe, lo que se dice parar el golpe, más bien
poco). Y ya llegamos a la cuestión, las nuevas tecnologías, las
TIC’s.
Llevas el vehículo al taller, el titular le hace una fotito con un
“Smartphone” e, inmediatamente, la foto está en el gabinete
pericial, de forma tal que a primera hora del día siguiente tienes
al perito en el taller y a última hora de la tarde tienes tu coche
impoluto y aquí paz y después gloria. Así que, como ven, las
nuevas tecnologías, una foto, Internet y un teléfono modernillo
(casi todos) han hecho que la inmediatez sea un hecho palpable. Y
“eso” implica tener un cliente contento. En este caso yo mismo.
Tener un cliente contento implica tener un cliente “prescriptor”.
“Vete donde fulanito” que te arreglan el coche en un periquete y
a buen precio y, encima te lo dejan como nuevo.
Pero es que, además, un taller bien adaptado a las tecnologías más
en punta, no sólo hace las cosas más rápido sino que las gestiona
mejor, lo que implica un proceso de estudio ininterrumpido por parte
del titular y empleados, - que nadie piense en menor esfuerzo
personal -, menores tiempos de proceso, mejor control de costes y,
supuestamente, si sigue las reglas de una buena administración y
habilidades gerenciales, mayores márgenes y beneficios con menores
costes para el cliente. Y aquí estamos ante el reto de la
productividad. Más reparaciones efectuadas, con menor coste y mayor
eficiencia igual a mayor beneficio. Ya hemos resuelto la ecuación. I
+ D + i = BENEFICIO
Pues Otra cosa es que alguien
se muera del susto. Pero si no lo intentas ya estás muerto. Así que
mucho ánimo, a seguir innovando y, sobre todo, a implantar las
TIC’s, acompañadas, eso sí, de sentido común, esfuerzo personal,
entorno colaborativo y estudio más una adecuada planificación
previa para saber y conocer a nuestros clientes antes de lanzarnos a
comprar el último invento sin saber muy bien para qué lo vamos a
utilizar.
esto es lo que hay. Adaptarse o morir.
Una vez hecho esto, bienvenidas sean las TIC’s.
Luis Ursúa, secretario general de CETRAA, en el blog de GT Motive.